jueves, 4 de noviembre de 2010

MI MOTIVACIÓN POLÍTICA (Indagaciones sobre la génesis de tan disparatada ocurrencia)



La mayoría lo piensan, aunque lo callan por respeto, prudencia, o por total incomprensión. Alguno hay, sin embargo, que se ha atrevido a expresármelo:

¿Cómo se te ha ocurrido “meterte” en política?
(O sea: 
¿Cómo es que te acercas a un ámbito tan confuso, tan desgastado, tan  desprestigiado? 
¿Qué te puede ofrecer ese universo tan marcado por los intereses mezquinos, las rivalidades personalistas, las estratagemas engañosas, los manejos ocultos, la simulación, y sobre todo, el apetito de poder? 
¿Qué “pintan” en política los ingenuos como tú?)

Yo misma también me  hago esas preguntas.

Si me pongo a pensar en ello detenidamente,  necesito ponerme a escribir para tratar de poner cierto orden en el discurrir del pensamiento.

Y así, voy percibiendo que todas las objeciones y dudas se desvanecen ante una idea, que se hace evidente y moralmente imperativa para mí:  No me puedo restringir a una vida estrictamente particular, familiar, privada. Y esto es porque entiendo que una vida plena nos interpela, o debe interpelarnos, desde todas las coordenadas de la realidad:  

       Primero vivimos el ámbito puramente personal:  la propia intimidad subjetiva, la afectividad y el raciocinio, el sentido sobrenatural.  Y también, un poco fuera y un poco dentro de nosotros, la pareja y la familia,  las personas queridas,  la comunicación humana.
-  En seguida llegamos, o nos llega más bien, el espacio social: la asimilación del bagaje que la comunidad  nos lega (con la misión de acrecentarlo), la colaboración con los demás en el terreno laboral,  el cumplimiento de las normas ciudadanas.
-  Pero, según yo lo veo, hay otro ámbito importante en el que tenemos la obligación moral de introducirnos, o inmiscuirnos siquiera con el pensamiento:  Yo lo llamo el ámbito “histórico”.

Y aquí creo que está el centro de la cuestión. Porque, seamos conscientes o no de ello, nuestra biografía personal está enmarcada  en la historia general del devenir humano,  nuestras actitudes y acciones conforman, aunque sea mínimamente, los pasos del hombre sobre la tierra, el desarrollo de su cualidad “humana” en el tiempo,  que yo creo y quiero creer llamado a la plenitud. Somos una especie que aún está en proceso de “auto-creación”. Recibimos de las anteriores generaciones unas huellas marcadas, un camino más o menos  definido, conformado de experiencias de avance o retroceso, y  también de extravíos que nunca son estériles si se toma de ellos su lado aleccionador.  Nos es muy importante conocer los pasos que antes dieron nuestros ascendientes, porque el próximo paso lo hemos de dar nosotros, y es vital decidir en qué sentido.

En este inmenso espacio-tiempo de la Historia, a la mayoría de nosotros apenas nos cabe hacer más que “bulto”:  Somos como partículas de masa microscópica zarandeadas por la fuerza de cósmicos  vientos desmedidos.  Sin embargo  (¡ah,  sin embargo!),  estamos hechos de algo más que masa:  Porque somos  partículas dotadas de libertad.  Podemos dejarnos mover pasivamente por el viento, sí,  pero contamos  a pesar de todo con el poder de posicionarnos, utilizando nuestro propio esfuerzo, en el lugar que escojamos para añadir a él esa nuestra pequeña masa. Es verdad que esta elección se reduce a muy estrechos límites, pero sobre la tierra sólo al ser humano le ha sido dada la oportunidad.

En este ámbito histórico, yo siento como una responsabilidad ineludible el participar jugando conscientemente  mi  papel,  el que yo misma designe según las luces que se me hayan otorgado. Y este papel,  aunque sea minúsculo, se hace significativo y necesario para dar forma y sentido a mi propia vida personal.

Quiero, libremente, aportar mis humildes capacidades para empujar el presente paso de mi época en la dirección que creo más cercana al bien, la que más debe acercar al hombre a la mejor humanización de sí mismo y del mundo, al mejor crecimiento hacia la plenitud. Es un ideal tal vez irrealizable del todo, pero irrenunciable al mismo tiempo.

Una matización importante: Ésta no es tarea individual. No se hace “montón” ni “bulto” con la masa de uno sólo.

Es bueno, por eso, encontrar compañeros para un afán tan grande. Y adaptarse, sin diluirse en él, a un grupo, si se tiene la suerte de encontrar el adecuado.  Porque la libertad es de cada uno, pero para realizarla es necesario colaborar con otros y darle un cumplimiento colectivo, intentando alentar  un paso “histórico”.

Y en esto, creo yo, ha de basarse la vocación política, en el deseo de servir a nuestra única patria, que es la Humanidad:  es decir, los hombres y mujeres todos, en su trayectoria histórica colectiva.

Sí, creo que hay que vivir nuestra dimensión política. Hay que alistarse en la lucha de la propia época, una lucha que en principio no debe ser  ‘contra’ nadie, pero sí  ‘a favor’ del hombre:  el hombre universal, el que se está fraguando, el que continuamente se re-crea a sí mismo construyendo sus pasos, su camino.
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                                                                                 (Escrito el 7 de enero de 2010)

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