martes, 9 de noviembre de 2021

PADRENUESTRO

Padre,

que no inasible extraño

ni majestad ignota capaz de enmudecernos.

No Dueño inapelable, 

sino Padre Materno, Padre Tierno,

que nos invita a hablar con sencillez,

en confianza íntima de hijos…

**

Padre Nuestro, de todos,

que no tan sólo mío y sí de cada uno:

huella de infinitud en nuestras almas,

comunión del origen que nos hace

reconocibles unos para otros

como seres fraternos.

**

Padre nuestro, que estás en el cielo

porque trasciendes todos nuestros límites,

nuestros sentidos todos

y cuanto ellos alcanzan.


Padre nuestro del cielo que estás en la tierra,

porque todo lo bueno y hermoso

que en ella encontramos

de Tí nos habla, a Tí nos encamina.

**

PadreTu nombre sea

siempre santificado y bendecido.


Glorificado seas con el ser

de todo lo creado.

Glorificado seas, sobre todo,

en nuestros pasos, hacia Ti dispuestos,

en nuestro hacer y en nuestro deshacer.


Siempre alabado seas

en cualquiera de nuestras acciones.

Que nuestras vidas  se conformen, Padre,

con el feliz sentido que tu amor

proyectó para ellas en principio.

Que en todo lo que hagamos en el mundo 

seas libre y conscientemente honrado,

reconocido así como quien eres.



Venga a nos el Tu reino, Padre nuestro.

El reino que desean desde siempre

sin ser capaces nunca de alumbrarlo,

los milenios del hombre.


Venga a nos el tu reino de verdad sin disfraces,

de relaciones justas,

de rectos e inocentes y sabios corazones… 

Reino de Espíritu.



Así como en el cielo, así en la tierra 

se haga Tu voluntad,

y la tierra será de nuevo tierra virgen

por el cielo habitada.


Haz que Tu voluntad nos sea alimento,

haz que la amemos con pasión del alma

sobre toda otra cosa,

y que busquemos siempre conocerla

para verla cumplida, para hacerla

fruto de realidad.


Que sea tu querer

motor de nuestro hacer,

y con amor sepamos acogerlo

cuando nos viene dado en el acontecer.


………


Danos hoy nuestro pan

de cada día…  y no pidamos más.


Tan sólo danos fortaleza y gracia

para no preocuparnos demasiado

de todo lo que excede

nuestras necesidades verdaderas.


Y si comemos hoy el pan de cada día, 

gracias por ese pan.

Impregna nuestras vidas de celo generoso 

para que no olvidemos 

a los que no lo tienen a su alcance.

Que nuestro amor, nuestro sentido innato

de lo que es bueno y justo

luche por conseguírselo.


No descansemos, Padre,

hasta que en todo el mundo,

para todos los hombres y mujeres,

haya pan y trabajo, dignidad y respeto,

derecho y crecimiento genuinos. 

Conviértenos, Señor, en instrumento

de tu plan de justicia

y de tu providencia para el mundo.


Padre, perdónanos.

Mira benevolente

los continuos desaires y traiciones

de nuestra mezquindad, nuestra bajeza.


Y enséñanos también a perdonar

a aquéllos que nos hayan ofendido,

quizá tan miserables como somos nosotros, 

tan pequeños, tan frágiles.

Quizá tan miserables, y no más.


Que perdonemos, Padre,

como perdonas Tú,

con el perdón nacido de antemano

antes incluso de sufrir la ofensa.


Que perdonemos, Padre,

las deudas que lo son y las imaginadas,

las heridas causadas a sabiendas,

y aquellas otras que fabrica y urde

nuestra propia orgullosa suspicacia.


No nos dejes caer en tentación ninguna.

No nos dejes caer, que tropezamos

en cualquier altibajo del camino.

Mira que nuestro paso es vacilante,

mira que nos abate cualquier viento,

mira que somos débiles, 

mira que nos caemos…

¡No nos dejes caer!


Y líbranos del mal, Dios Padre bueno.

Líbranos de obrar mal,

líbranos de seguir ningún camino

que no termine en Tí,

que de Tí nos aleje, que nos pierda en lo oscuro,

que nos hunda en el pozo de lo que no eres Tú.


Líbranos también, Padre,

de padecer el mal, si ello es posible;

pero no se haga en esto

nuestro simple querer,

sino tu voluntad.


                               … Y que así sea.

















.

lunes, 10 de mayo de 2021

UNA PAUSA CONSCIENTE


(I)


Señor, en este punto del transcurso del día

que en tu bondad de nuevo nos has amanecido,

vuelvo hacia Ti, amorosos,

los ojos de mi alma

para darte las gracias que en justicia te debo:


Por mi existencia toda, Señor, te doy las gracias.

Por la existencia de todas las cosas.

Por este día. Por todo el tiempo.

Y por todos los bienes

que vienes derramando sobre mí desde siempre.

Sé que continuamente me cuidas y me alientas,

que soy tu criatura

y que me quieres… solo porque sí.

La vida que me has dado es un regalo hermoso;

no permitas que yo, con mi indolencia,

la eche a perder sin fruto.

...

(II)


Ten piedad de mi culpa cotidiana

de no luchar por Ti lo suficiente.


Por Ti, por quien Tú eres,

el Amor sin medida volcado sobre mí,

a quien todo le debo.


Y también por mí misma, 

este proyecto hermoso

que Tú has trazado sobre mi persona.

Ese ser 

que es el ser que quiero ser,

porque Tú así me has hecho,

porque ése es el ser que soy de veras,

porque Tú así me sueñas 

desde la eternidad.


Ten piedad de mis culpas. 

Ten piedad de mis fallos y mis debilidades.

Vierte sobre mi vida tu perdón como un bálsamo 

y empapa mi pobreza de tu misericordia.

(III)


Te ofrezco mi persona, con todas sus flaquezas:

mi pensar, mi sentir, mis tareas, 

mis ratos de ocio,

mi relación con todos y con todo.


Te pido que tu luz siempre ilumine

mi actitud ante toda circunstancia.

Que tu fuerza me empuje,

que tu mirada centre mi mente distraída,

que mis actos reflejen, como mi corazón, 

tu amor inalterable.

Que todo lo que haga sea ofrenda en tu honor

abierta siempre a tu Presencia amada.


(…Y ten misericordia, Señor, de cuánto y cómo 

traiciono el compromiso 

que implica este deseo).

...

(IV)


Te encomiendo a los míos, 

todos los que me has dado.

Los míos más cercanos,

los más lejanos, todos.

Los vivos y los muertos.


Los que en cualquier manera 

más o menos intensa, más o menos profunda, 

más o menos directa,  más o menos amable,

pasan, o ya han pasado, 

o han de pasar aún

por este irregular camino de mi vida.

¡Cuida sus trayectorias, 

endereza sus pasos,

llévalos hacia Ti,

no dejes que se pierdan!

Que no falte ninguno el venturoso día

del gran abrazo último y eterno.


Y te ruego también

de un modo más intenso

por todos los dolientes que encuentro en mi camino,

por todos los que sufren la injusticia del mundo,

por aquéllos que sé que están pasando 

en este instante mismo

por momentos vitales especialmente duros.

Da igual que los conozca o no personalmente, 

o si los he olvidado:

Tú sabes quiénes son,

Tú sí que los conoces.


Todos los que me has dado

los pongo ante tus ojos,

los dejo entre tus manos cuidadosas.

Todos los que me has dado.

Por todos te doy gracias.


Gracias por otorgarme el don inmerecido

de esta profunda convicción sagrada

sobre la que descansa mi paz y mi alegría:

saber que es tu designio para todos nosotros

la dicha en plenitud.


Para todos nosotros, para todos:

Los que fueron antaño,

los que serán después…

Los que están siendo.

Los que están ahora mismo soportando,  

como hábito continuo,

el destierro sombrío de este mundo,

el peso desabrido

del sufrimiento, de la necesidad,

la incertidumbre.

Para éstos te imploro, en especial, tu ayuda,

que la vida es difícil y da miedo,

que hay peligro constante 

de extravío y naufragio.

A pesar de mis grandes incoherencias

quisiera evidenciar tu amor ante sus ojos.

Evidenciar tu amor, porque hace tanta falta

evidenciar tu amor en este mundo triste.

Evidenciar tu amor, aunque sea imposible

por mi fragilidad resquebrajada,

por mi debilidad inconsistente,

… por mi frivolidad.

——

(VI)


Alimenta mi llama y sé mi fuerza

para que, cuando el tiempo que me otorgas termine,

no esté desperdiciada tanta gracia en mi vida

sienta yo el gozo íntimo de tu inmensa ternura

por mi pobre persona, esta alma endeble,

y un agradecimiento humilde me desborde

en nueva confianza abandonada jen Tí.