miércoles, 16 de noviembre de 2011

Hasta cuándo, Señor

Habacuc    1,   2-3   /   2,  2-4

“¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches? ¿Te gritaré: “Violencia”, sin que me salves? ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?”
El Señor me respondió así: “Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. La visión espera su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse. El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe”. 
                                                                .   .   .   .   .   .   .   .


“¿Hasta cuándo, Señor?” :  
 El grito  que traspasa los siglos, las edades.

Tú dices: Llegará.
Tú dices: La visión espera su momento. 
Tú nos dices: Se acerca.
.........

Llegará…, Lo creemos…

Pero entretanto  ¡qué largo es el tiempo!

Tú nos dices: Paciencia.
Resistencia.
Vigor en la esperanza.

(Paciencia  es confianza.
Confianza es obediencia.
Tú nos has dicho: espera.  
Tú sabes más, Señor)

Vivir tu voluntad y hacerla nuestra,
en el hacer y el ser y en el no hacer.
Construir la ciudad que Tú deseas
sin demora, sin pausa,  sin pereza…
Y esperar mientras tanto sin apremios. 
Ésa es tu gran respuesta.

Únicamente así nos será dado  
acortar esta  desolada espera,
precipitar en hecho el pleno desenlace
que desde siempre añoran las vueltas de la Tierra,
las rocas, y las aguas,
las hierbas, y los bosques,
los animales todos,
las horas, las distancias,
los átomos, …  los hombres.
(Los hombres  que te gritan:  “¿Hasta cuándo, Señor?”).

Pero Tú nos has dicho: Llegará. 
Y yo, Señor, Te creo. 





     .    .    .    .    .    .

lunes, 14 de noviembre de 2011

Para cambiar el mundo con urgencia y sin prisas

Para que el mundo cambie y algún día se muestre
más humano y más bueno,
hay que moverse ahora, ahora mismo, ahora mismo
sin perder un momento.

Hay que ponerse en marcha
con la urgencia del Hombre,
urgencia de la vida de mil hermanos nuestros.
Mil hermanos que sólo se alimentan
de dolor y de miedo, 
de angustia y desamparo,
y de desesperanza, y desconcierto...

¿Digo mil? ¡mil millones!
Mil millones de seres ignorantes, hambrientos,
que damos por sentado
que no tienen remedio.

Morir de hambre es descanso. Casi es peor vivir 
sólo sobreviviendo,
sólo sobrellevando a la deriva
una carga humillada de injusticia y desprecio.

Hay que moverse ¡ahora! Ahora es el momento
de comenzar la empresa
que puede ennoblecernos.
Hay que ponerse en marcha por un mundo más justo,
con la urgencia del sueño anhelado y despierto.
En medio del desorden hay que abrir sin demora
una brecha, un sendero
responsable y difícil,
trabajoso e incierto...

Por un mundo más justo
motivador del más puro deseo,
hay que emprender, cuanto antes, un camino 
que ha de ser largo y lento,
duro a veces, y a veces escarpado, 
dulce y áspero a un tiempo.

No iremos engañados, es camino difícil,
eso ya lo sabemos.
Pero es que urge empezar, urge ponerse
ya mismo, a recorrerlo.

Mas con todo, ha de ser nuestro coraje
capaz de mantener el ánimo sereno,
sin prisas y sin rabia, resistiendo, insistiendo
en un amor paciente
de renovado esfuerzo,
permanente constancia laboriosa
por un mundo más justo y verdadero.

Determinado está lo que buscamos
porque sabemos bien lo que queremos.
Salgamos del letargo, cobremos confianza 
y lo conseguiremos.

La esperanza es firmeza por un mundo más justo.
Deseémoslo mucho. Caminemos.


lunes, 7 de noviembre de 2011

La voz y la palabra

-I-

Tienes tu parte en la felicidad
aún en medio de un mundo en bancarrota.
Te enfureces, te aflijes y apartas el diario
mas con esto no alivias el total desamparo
de millones de seres a los que se ha vedado
el derecho a existir. La única tierra
que han de tener es una sucia fosa.

Tú tomaste partido por la vida
que se les niega a los desheredados.
Comprendo que te hiera ese dolor
pero no llores: canta.  Tu mejor testimonio
es una voz al aire y no el gran ruido
que no permite hablar y que al final impide
pensar también en lo que está ocurriendo.

Hasta la más sencilla canción enamorada
se ha vuelto rebeldía que el más cuitado entiende
y puede hacerla suya tal si fuera un tesoro
de moción y esperanza
que puede repetirse como un himno
y que salta los muros de las cárceles
que está en la selva y entre los cascotes
de un pueblo bombardeado. La voz y la palabra
pueden con el gran ruido que quiere anonadarte.

-II-

En tiempos de ignominia como ahora
a escala planetaria y cuando la crueldad
se extiende por doquier fría y robotizada
aún queda mucha buena gente en este mundo
que escucha una canción o lee un poema:
ellos saben muy bien que la patria de todos
es el canto, la voz y la palabra; única patria
que no pueden robarnos ni aún poniéndonos
de espaldas contra un muro y deshaciéndonos en mil pedazos.

Por eso digo una vez más: que nadie piense o grite:
no puedo más y aquí me quedo. Mejor mirarles
a la cara y decir alto: tirad hijos de perra
somos millones y el planeta no es vuestro.

                                                              (José Agustín Goytisolo)

No inútilmente

Contemplo yo a mi vez la diferencia
entre el hombre y su sueño de más vida,
la solidez gremial de la justicia,
la candidez azul de las palabras.

No hemos llegado lejos, pues con razón me dices
que no son suficientes las palabras
para hacernos más libres.
                                       Te respondo
que todavía no sabemos
hasta cuándo o hasta dónde
puede llegar una palabra,
quién la recogerá ni de qué boca
con suficiente fe
para darle su forma verdadera.

Haber llevado el fuego un solo instante
razón nos da de la esperanza.
Pues más allá de nuestro sueño
las palabras, que no nos pertenecen,
se asocian como nubes
que un día el viento precipita
sobre la tierra
para cambiar, no inútilmente, el mundo.

                                                (José Ángel Valente, 'La memoria y los signos')