Todos ellos, los hombres, las mujeres...
Todos los que me has dado, todos ellos.
Cada uno, un tesoro desmedido,
condensación vital del universo:
un abismo de luz,
un beso del misterio.
Ellos me van creando cada día
y eres Tú quien me crea a través de ellos,
quien moldea mi vida y la conforma
según sus dones y requerimientos.
Ellos hacen humana mi existencia,
ellos son tu instrumento,
los signos que te ocultan y te muestran
preñados de tu aliento.
No te vería yo si no leyera
en sus ojos tu letra de maestro.
Me los has dado, a todos, como gracia,
como imagen del cielo.
Ninguno está de más, todos son míos,
todos son el primero,
el único, el amado imprescindible
que te contiene como un sacramento.
De todos tus regalos, tan hermosos,
éste es el más hermoso que me has hecho.
-Junto al don inefable de Tí mismo
que te me das humano, como ellos -
. . . . . . . . . . . .
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