Barquitos de juguete, así de frágiles,
como los de papel sobre la piedra,
los de madera o plástico en el mar.
Barquitos de juguete sin defensa
contra calma o tormenta por igual.
Así de vulnerables y de débiles,
tal vez incluso más
entre la marejada, entre los vientos,
entre el agua y la sal,
en medio de los días bajo el sol inclemente
o perdidos de noche en la honda oscuridad.
Así de vulnerables y minúsculos
ante un mundo sin alma ni sensibilidad.
Cargados de ansiedades, aspiraciones, miedos,
de deseos y sueños tan caros de luchar,
llenos de decisiones tan firmes y resueltas
tomadas con humilde heroicidad.
Algunos tienen suerte y se mantienen,
los más escoran, muchos volcarán.
Pero eso ya lo saben los que suben a bordo,
peor es para ellos lo que dejan atrás.
El mundo les impone un viaje a vida o muerte
en busca de una escasa opción de libertad.
(...Tanto coraje muestran los que pueden lograrlo
como aquellos que nunca conseguirán llegar)
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