en tu bondad de nuevo amanecido,
y vuelvo a Ti los ojos de mi alma
para darte las gracias que en justicia te debo:
Por mi existencia toda, Señor, te doy las gracias.
Por la existencia de todas las cosas.
Por este día. Por todo el tiempo.
Y por todos los bienes
que vienes derramando sobre mí desde siempre.
…
Sé que continuamente me cuidas y me alientas,
que soy tu criatura
y que me quieres sólo porque sí.
La vida que me has dado es un regalo hermoso;
no permitas que yo, con mi indolencia,
la eche a perder sin fruto.
...
Ten piedad de mis culpas pasadas y presentes
y ayúdame a evitar culpas futuras.
Vierte sobre mi vida tu perdón como un bálsamo
y empapa mi pobreza de tu misericordia.
...
Te ofrezco mi persona, incluso con sus faltas:
mi pensar, mi sentir, mis tareas, mis ocios.
Te pido que tu luz
alumbre en todo tiempo
mi relación con todos y con todo.
Te pido que tu fuerza empuje mis acciones,
que mis actos reflejen, como mi corazón,
tu amor inconmovible.
Que todo lo que haga sea ofrenda en tu honor
abierta siempre a tu Presencia amada.
(Y ten piedad, Señor, de cuánto y cómo
traiciono estos deseos).
...
Te encomiendo a los míos,
todos los que me has dado.
Los míos más cercanos,
los más lejanos, todos.
Los vivos y los muertos.
Los que en cualquier manera
más o menos intensa, más o menos profunda,
más o menos directa, más o menos amable,
pasan, o ya han pasado, o han de pasar aún
por este irregular camino de mi vida.
Que no falte ninguno
el venturoso día del gran abrazo último.
…
Sé que es tu voluntad la plenitud en todos:
los que son, los que han sido, los que serán después.
Los que llevan a cuestas
su anhelo inconfesado.
A pesar de mis grandes incoherencias
quisiera evidenciar tu amor ante sus ojos.
(Evidenciar tu amor, porque hace tanta falta
evidenciar tu amor en este mundo triste,
evidenciar tu amor, aunque sea imposible
por mi fragilidad resquebrajada,
por mi debilidad inconsistente).
...
Alimenta mi llama y sé mi fuerza
para que, cuando el tiempo que me otorgas termine,
no esté desperdiciada tanta gracia en mi vida,
sienta yo el gozo íntimo de tu inmensa ternura
por mi pobre persona, esta pequeña alma,
y un agradecimiento humilde me desborde
en nueva confianza abandonada en Tí.